jueves, 30 de agosto de 2007

Fantasmas en las Relaciones Laborales?

La Tercera
30/Agosto/2007
Andrés Solimano*

Un fantasma recorre Chile: es el retorno del activismo sindical, los trabajadores pidiendo mejores sueldos, mas protección en el empleo y derechos laborales. “Que se respete el estado de derecho”, “que el gobierno imponga orden”, “ Se va a hundir el modelo chileno” son algunas de las reacciones, quizás emocionales, que se han escuchado. El asunto debe analizado, sin embargo, con mesura, realismo y actitud analítica. Por un lado es una constante histórica que cuando los países crecen rápido y el nivel de empleo aumenta surgen demandas de los trabajadores por mejores salarios, y por llevarse una parte de las mejoras de productividad. En los años 60 y 70 en Europa tal fue el caso siguiendo casi 25 años de crecimiento ininterrumpido de post-guerra. Chile lleva más de 20 años de crecimiento respetablemente alto, con niveles de empleo crecientes pero también con una notoria y persistente desigualdad en la distribución de la renta. No es de extrañar entonces que el sector laboral, en forma inorgánica probablemente, se empiece a reactivar y aumenta su grado de exigencias laborales. La respuesta a este emergente movimiento social debe considerar varios elementos; por un lado el reconocimiento que el trabajo es la principal actividad para la mayoría de los Chilenos su fuente de ingresos, satisfacción o frustraciones, realización de proyecto de vida y aspiraciones. Los economistas (neoclásicos) plantean que el consumo es la principal fuente de satisfacción para las personas. Sin embargo quizás mas importante es el trabajo que además genera el ingreso para poder consumir, entre otras cosas. Una segunda consideración es que Chile es una economía globalizada, quizás no tanto en su cultura y valores, pero si en su estructura productiva y por ende se requiere estructuras laborales flexibles y competitivas; la visión del retorno de un sindicalismo paralizante con demandas “pasadas de tejo” esta aparentemente en las psiquis empresarial y de ahí su reacción a los brotes de un nuevo activismo sindical. Naturalmente este no es el modelo sindical que debe imperar. Sin embargo también deben revisarse las asimetrías de salarios y beneficios entre los contratados de planta y los de empresas contratistas y en general el grado de participación y voz de los trabajadores en las decisiones que los afectan a nivel de la empresa. Tercero, el tema de la excesiva rotación y precariedad laboral --que se reflejó en los problemas para acceder a la pensión mínima con 20 años de cotización ininterrumpida es también un reflejo de los problemas del funcionamiento del mercado laboral. Cuarto, si bien redistribuir el ingreso mediante aumentos de salarios que no van acompañados de mejoras de productividad es ilusorio, es importante asegurar que las transferencias del estado para garantizar ingresos mínimos sean sustentables en el tiempo y no dependan de la buena voluntad de los gobiernos de turno. La propuesta del dividendo ciudadano del cobre (distribución directa de parte de los excedentes de CODELCO a todos los ciudadanos) planteada en una columna anterior va en esa dirección. En definitiva el tema sindical estará con nosotros por un tiempo y es importante abordarlo con realismo y criterios modernos y de futuro. Dejemos los fantasmas del pasado en el desván de la historia.

* Economista Universidad Católica de Chile. Doctor en Economía MIT, Estados Unidos.