viernes, 27 de abril de 2007

Religión, Cultura y el Modelo Chileno

En una reciente e interesante articulo (“ El Valor de la Fe”, de Cristián Larroulet ) se argumenta, citando a resultados de investigaciones empíricas internacionales recientes, que las personas con formación religiosa son mas propensas a confiar en otras, a respetar los contratos y la propiedad privada lo que favorecería la actividad económica y el desarrollo. El argumento es persuasivo, pero hay otras dimensiones que vale la pena mencionar, dada la complejidad del tema. Pensadores de distintas vertientes han abordado la relación entre religión, cultura y desarrollo económico. Max Weber destacaba la importancia de la ética protestante (que premiaba el ahorro, el trabajo y la riqueza) como clave en facilitar el desarrollo del capitalismo; además de incentivos económicos, la transición de un sistema feudal y tradicionalista al capitalismo, necesitaba una se necesitaba una estructura valórica funcional a las necesidades de acumulación de capital y cambio tecnológico y social acelerado que traía el nuevo orden económico naciente. En Weber (Max) la causalidad iba desde los valores al sistema económico. En contraste, Karl Marx antes postuló una causalidad inversa: era la estructura económica y las relaciones de producción las que determinan, en gran medida, las ideas, creencias y valores de la sociedad; este concepto sin embargo fue desafiado, dentro de la misma tradición marxista, por el italiano Antonio Gramsci quien creó el concepto de “hegemonía cultural” al que atribuyo una gran importancia para mantener la legitimidad de cualquier sistema económico-social , incluso mas allá de las formas tradicionales de poder político. Desde otras perspectivas, Daniel Bell y Karl Polyani postulaban que la religión y los valores eran claves para moderar las tendencias de una sociedad estructurada en torno a los valores del mercado los que visualizaban como afectando la cohesión social y los valores tradicionales que dan estabilidad a cualquier sociedad. Este tema ha estado siempre presente en el pensamiento social de la iglesia católica y de los Papas Juan Pablo II y Benedicto XVI (este ultimo incluso cita en su último libro el concepto de alineación de Marx). El Vaticano históricamente ha desconfiado de las consecuencias morales del capitalismo, además del comunismo, por sus efectos disruptivos sobre los valores al enaltecer la búsqueda de lucro, el individualismo y la auto-realización vía el consumo material.
La anterior discusión nos lleva a las dimensiones culturales y morales del modelo chileno. Las patas cojas de un modelo que ha traído estabilidad y crecimiento (el que sin embargo se ha desacelerado en los últimos 8 a 10 años) son la persistencia de una considerable desigualdad de ingresos y riqueza, el fomento del consumismo con endeudamiento y el surgimiento de brotes de corrupción. Retomando con el tema de esta columna es evidente la tensión cultural latente en nuestra sociedad entre una población mayoritariamente católica y por ende doctrinariamente adversa a la excesiva diferenciación social y las desigualdades y estas porfiadas realidades que caracterizan la sociedad chilena. Esto invita a una mirada renovada e informada del tema de los valores y su relación con el proceso de desarrollo económico del país.

Publicado: La Tercera 15/Abril/2007.

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